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Todos mis amigos(17)
Author: Susana Rubio

   Necesitaba digerir aquello que me acababa de decir mi amiga. Miré el móvil esperando encontrar algún mensaje de Hugo, pero no había ninguno.

   ¿Aquello era lo mucho que me quería? ¿Lo mucho que yo le importaba? Vale, Hugo había pensado que yo seguía enamorada de Ricardo, y ¿no iba a luchar por mí ni un poco? ¿En serio? Quizá sí le parecía una aburrida y una sosa, quizá sí tenía razón al pensar que Hugo montaba todos aquellos planes para rellenar el tiempo conmigo. Y quizá se había ido a las primeras de cambio porque en realidad no me amaba...

   Dolía, aquello dolía bastante, pero no volvería a ser la chica de antes, no. Aquella Pe la había dejado en el pasado y no iría detrás de nadie nunca más. Si Hugo no quería aclarar las cosas, no iba a ser yo quien lo hiciera. Estaba cansada de ser aquella mujer sumisa que todo lo perdonaba. ¿Tú te cabreas? Yo más.

   Al bajar del autobús sonó el móvil y vi que era un número desconocido.

   —¿Sí?

   —¿Penélope? Soy Martín...

   —¿Martín?

   Lo primero que pasó por mi cabeza fue que a Hugo le había pasado algo.

   —Sí, perdona que te llame, pero quería comentarte algo sobre el cumpleaños de Hugo. Había pensado montarle una fiesta guapa y quería hablarlo contigo primero.

   Se me encogió el estómago.

   —Sí, claro.

   No me apetecía nada contarle lo que había ocurrido entre nosotros.

   —Genial. Pues tengo un par de ideas que creo que te van a gust...

   Sonó el timbre de su casa en ese momento.

   —Un segundo, Penélope. Llaman a la puerta...

   Esperé a que abriera y casi se me cae el teléfono al oír la voz de Hugo.

   —Martín...

   —Hugo, ¿y esa maleta?

   —¿Puedo pasar?

   —Claro, pasa, tío.

   —Pe y yo lo hemos dejado.

   —¿Qué dices?

   —...

   No oí nada más y supuse que Martín había tapado de alguna manera el altavoz. Tuve unas ganas tremendas de vomitar y mi primera reacción fue colgar. Estaba claro que Hugo le iba a explicar a su amigo qué había pasado, así que podía ahorrarme el mal trago.

 

 

14

 

Miércoles, Martín en su casa

   —Lo que oyes... Lo hemos dejado. Bueno, más bien me he ido yo porque Penélope sigue enamorada de Ricardo.

   —¿De Ricardo?

   Nadie lo hubiera dicho...

   —Sí, de su ex. Esta mañana, de repente me ha dicho que no podía más y que lo nuestro no funcionaba.

   Miré a Hugo y observé que tenía bastante mala cara.

   —Siéntate, que te voy a buscar una cerveza.

   Saqué un par de ellas de la nevera y Hugo bebió casi la mitad de un trago. O estaba muy sediento o quería ahogar las penas en alcohol.

   —Joder, no hay quien entienda a estas mujeres.

   Sí, vale, era una frase muy típica, pero ¿qué podía decirle a Hugo en esos momentos? Si Penélope estaba enamorada de su ex poco más se podía hacer.

   —La verdad es que no, aunque yo ya me lo esperaba.

   —¿Qué quieres decir?

   —Cabía la posibilidad de que Penélope siguiera pillada por él, de que me dejara en cualquier momento y de que yo tuviera que reconocer que me había precipitado con ella.

   —Sí, quizá lo de ir a vivir juntos tan pronto no ha sido algo muy pensado, pero si os apetecía...

   —Joder, macho, soy un gilipollas.

   —¿Qué dices, hombre? Tú no tienes la culpa de nada. Creo que es ella quien debe aclararse.

   En ese momento me vino Edith a la mente, pero la saqué de un manotazo de mi cabeza. Estaba hablando con Hugo de Pe, no de Edith.

   —Ya sabes cómo son las tías, siempre andan complicando las cosas.

   —Ya, pero creía que Pe no era así. No sé.

   —Puedes quedarte aquí sin problemas —le dije solidarizándome con él.

   Estaba casi seguro de que Hugo era otra víctima de las garras de esas chicas. Noa había puesto los cuernos a Enzo antes de empezar, Edith me había mentido descaradamente en mi cara y Penélope seguía enamorada de su ex.

   —Menudo equipo de animadoras —murmuré para mí.

   —¿Qué dices? ¿Qué animadoras?

   —Eh... nada. Cosas mías. ¿Vienes ahora del piso? ¿Lo habéis hablado de nuevo?

   —Qué va. Penélope no estaba en el piso. He ido al bar pensando que me la encontraría allí con sus amigas, pero tampoco estaba. Cuando he salido me he topado con Noa y le he dado las llaves del piso.

   —Pues puedes quedarte aquí el tiempo que quieras...

   —Gracias, Martín...

 

 

15

 

Jueves, Noa en el metro

   No dejaba de darle vueltas al tema de Penélope. Le habíamos dicho que hablara con Hugo con tranquilidad, que le explicara bien qué le ocurría exactamente porque estábamos seguras de que entre los dos encontrarían una solución. Pero el resultado había sido todo lo contrario.

   Empezaba a pensar que el tándem Hugo-Penélope se caracterizaba por tomar decisiones con demasiada rapidez. Hugo se había ido del piso casi sin hablarlo con ella y no lo entendía. Comprendía a Pe cuando me decía que daba la impresión de que los sentimientos de Hugo no eran tan fuertes como él daba a entender. Había recogido sus cosas y me había dado las llaves enfadado, como si yo tuviera algo que ver en todo aquello.

   Cuando yo digo que las personas humanas masculinas son complicadas lo digo por algo... Hugo, Martín y Enzo son un claro ejemplo de lo poco que podías confiar en el género masculino.

   Estaba claro que Penélope podía hacer una simple llamada a Hugo para decirle que lo había entendido todo al revés, que ella no quería a Ricardo y que el problema no era tan grave. Pero a Pe no le daba la gana de ir tras él, cosa que entendía perfectamente porque yo había hecho lo mismo con Enzo. ¿Tanto costaba detenerse unos segundos, pensar bien las cosas e intentar confiar en tu pareja?

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